Dobleces


Fuera [in]suficiente derogar la inquietud con el miedo
mientras el exhalo de un dragón vagabundo solo atice
la gloria del sueño en el bostezo de la resurrección,
y aun con las bóvedas astrales
quebrándose en el aroma del alba,
siento en la antigüedad de mis huesos
esa fatiga: monótona, hastiada y enterrada.
Puede ser que la humilde muerte esté más viva que nunca
en una inteligencia muda ó en esa salvaje bestia (mal) llamada amor;
Es suponer si la paz ofrece su servicio ante mi, como una dulce meretriz
en el gozo inequívoco de un parloteo martirizado.
Aunque sea poco pedir,
estimo mis suposiciones en una lumbre casi diluida y contrastada
entre-viendo esa ordalía en la lupa del prejuicio,
pero ya mis ideas volaron como enjambre hambriento
hacia una planicie embellecida por el coito de las llamas.
No obstante, suelo meditar esas dudas oníricas
en la tranquilidad catatónica de esta serenidad,
pero a veces mi propia y delicada sombra
tiende a doblar mi destino en un cisne de origami
solo para hacerme navegar en un riachuelo resbaloso
mientras mi frágil alma se diluye en papel.

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Suspiros