se ciñe mi soberano alfanje,
enhiesta de hambre bendita
cuan filosa en frenesí lubrico.
Impaciente por atravesar la carne
se yergue decidida y firme;
sin atavíos ni remordimientos
cuan bañada en carmesí rico.
Afanada en perenne combate
se deslumbra en fausta gloria;
atajando y embistiendo
cuan duelo de exhausto rito.
Engalanada en suntuosa funda
se reposa en pingüe deleitoso;
aún elevada en crasa voluntad
cuan ávida mi señora la izó.