Yacéis Oculta en Escaldada Arcada



Vuestra crisálida enjoyada
desapercibida yace
en despliegues tácitos
de Primavera enmelada,
y pernocto con la súbita incógnita
sobre cuántos pretendientes voraces
y acechadores ruines
adivinan los ensalmados solsticios
a tu clemente hermosura, tallada;
fuese paseando, ávido y escaldado,
por los corredores interminables
de bellos teatros maldecidos,
ó quizás esperando paciente
cortejarte, sutil e ilícito,
en ricas arcadas afloradas
con penumbrosas venias y especias.



La juventud os sosiega,
lucida e indiscutible:
hambrienta aguardas
mientras portáis encantada
vuestro velo suntuoso
con prestigios dominados
en atractivos mosaicos:
deleitosos en seda brocada.



Del mismo modo
la humilde suposición
en tus venturas intelectuales
surten la inspiración
(ó la insana conclusión)
en cómo se desenvuelve
el yugo airoso, elevándose,
con tacto delicado y tentador.



Mi ingenuidad no es un Otoño
empolvado por respeto oculto
aunque vea lo permisible
en descubrir y esconder
lo divinamente ajustado
en lo tuyo propio, esculpido;
quien abruma, despojada,
calidez: abrumada y reposada,
en la premura exuberada,
acatarte en un día: extasiada.

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