
Asunción
os implora
delirosa,
caída vuestra
perpetua fue.
Melancolía,
sin faz,
has de conocerla:
atroz,
dentro del espejo
la descubres.
Tu atisbo letal:
veneno apaciguador.
envuelven belleza
en sofocado velo.
Consienteme
con ternura de versos:
soltura en malicia
encarnecida y táctil.
Afliges en mil caudales
tu abandonado éxtasis:
consolada murria,
abrazada con placer
al unigénito pecado:
una mujer más
os deseo convertir.
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Suspiros