Oficina



Era imprescindible atizar las palabras que llevaban tu nombre,
si de algún modo hubieras dibujado mis anhelos y apostasías
con una rosa naranja bañada en tu constelación.
Tus anteojos pueden leer los diagramas de mi esencia
aunque ya tenias un bosquejo de futuros pendientes...
Por algo anotas cuidadosamente las huellas que dejan mi locura,
fuese que sonriese al percibir tu atención de virgen maléfica.
No sé...Quizás entretejo la aureola de tu bondad con seda
para crearte un velo que oculta lo caro de vuestra pureza.
Un babel de conocimientos hacen tu castillo de lenguas
mientras amontonas los párrafos de tu jauría inédita,
en la manera que dejo mi corazón hecho tinta
donde puedas transcribir el semanario de tus deseos.
En la ventana de tu oficina, los lirios se sirven un café de brío
aunque a lo lejos de las calles inundadas de santos [in]diferentes
nos causa gracia ver el crepúsculo ducharse entre la ciudadela,
así puedes terminar ese itinerario hecha en tu mecanografiada mente
mientras aplazas las citas para los próximos cuentos prohibidos
y apagando las lamparas edénicas de tu ritual de suspiros.
Por ende, debo admitir cuanta belleza embelesada
has causado a través del martirio dificultoso de tus movimientos.
Con portafolio y abrigo en mano, podemos escaparnos de las formalidades
¿Si tu lo deseas? - Busquemos la tranquilidad madura de la salida
para vernos otra vez mañana...y siempre.

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