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Jacinto para Mi Gitana



Para Gisela

Es evidente que vuestro corazón emana una brasa de incienso
dado tu mirada aviva la fogata en tu sortilegio de gitana,
en la gracia de suspirar la mirra de tu sueños de ocaso
tu alma como aurora, resplandece en el vicio de la natura.

Vida en que los eones han tallado vuestra dicha y belleza,
aun cuando tus pensares hacen vigilia por el infortunio de tu murria
donde esperas cruzar ese umbral a un paraíso fausto
como muestra artífice de tu magia benevolente.

Con tu té de jacinto, la divina locura es una bruma de alegría
o como el dulce sueño de Baco, recogiendo su obra en el viñedo.
En tu hermosura helénica, el oro es mi única ofrenda a tu musa
aunque mis palabras osen retratarte en un lienzo de zafiro.

En las especias de tu caldero, anhelas quemar tu soledad taciturna
y la desnudez de la luna es el afable sudor de tu culto.
Con el oráculo de vuestro nombre consagrado en velo
la mujer misma es un origen inexplicable de carne y hueso.

Mientras tu andar deja su hojarasca en el plenilunio
has impregnado mi esencia con el viento de tu caricia,
marcando el sendero en vuestra próxima estación de vida.

En su Mesura de Violetas



Como ese jardín
trastocado
en su esbelta figura,
su sonrisa
puede amansar
esta intranquila seriedad,
llevándose toda lógica
ramificada
– y quebrada –
para estimarme
en un cardo
de ternura
atenuada.

Suele convertir
los ocasos
en un clamor
apasionado,
dejándose sentir
esa prístina
osadía,
en inhalar su esencia
en los brotes
de su cuerpo casto.

Dudas desprenden
en pétalos de canela y azafrán.

Dado su retoño
la penumbra asoma
su calidez,
y estimo
– en soñadoras insistencias –
ese poderoso llamado
de vida intensa,
al cual
en su delicado azabache
– invaluable –
tallar mis anhelos,
y consumirme en su semilla
de palabras y creación.

Vereda



¡Andemos por esta vereda!
El atardecer empieza a quejarse de su ocaso anterior,
la muchedumbre vive pensando en como dormir
sin escuchar los gemidos de la desesperación
(Tienden a desarroparse cuando la luna se baña en brío);
Pisamos el concreto de los olvidados,
aquellos que creyeron se recordados
por el hecho de plantar jardines de cabilla y cenizas,
pero solo las moscas, de vez en cuando,
hacen melodías para ellos
como promesa de concebir pureza
a la enfermedad que los acompañan.
El cielo deja una estela de perfumen,
y los indigentes creen vivir
en un palacio de lata.
Un perro con sarna es mejor trovador
que un bohemio y su guitarra
(Aunque su sentimiento no se aclara
por el sabor de una pierna)
Ciertas mujeres sueltan sus trenzas
para que el primer vagabundo
ose rescatarlas de su vergüenza oculta,
pero muchos de ellos caen empalados
en las cercas dentadas,
después de escuchar el secreto
de sus balcones femeninos
(Quizás se asustan por un reembolso de dignidad)
A veces el rumor se viste de traje etiquetado
y rara vez se disfraza de meretriz costosa,
por cada esquina de ángeles bebedores y demonias fumadoras,
no hay mejor historia
que un cuento marañado.
Por cada casa se encuentra…
Un albañil que cultiva orquídeas de periódicos,
una religiosa que colecciona retratos de vírgenes
como excusa para que sus hijos la olviden,
un mecánico perfeccionando las pulsaciones
de una esposa sin alma,
una abogada que reniega la verdad
por encima de su protocolo,
un medico confundiendo la vida
por un valor monetario,
una ama de casa retocando su soledad
en su lecho empapado,
un cura que desmantela su templo
para pagar la renta de su pecados…
¡Son tantas las idoneidades de una faena!
Aun así,
uno cree que Dios se la pasa señalando
(Yo creo que solo mide el sol con su dedo)
No hay triste rechinar de grillos cantores,
mucho menos niños
que constantemente saltan la cuerda
para saber que tan agotador puede ser
conocer un primer beso
al primero en romperse la rodilla
en una caída fortuita.
A veces las sombras
solo se la pasan mirando
a la nalga más bella que puedan rozar
ó manosear en un claro propósito
de hacer celoso a un poeta de melancolanza sentada,
pero hay compañías más etéreas y sutiles
que simulan la sensualidad
en la gracia de un cortejo inesperado
¿Quién sabe?
(Tal vez lluevan nebulosas oxidadas
ó prismas de neón)
Pero solo queda recordar
la dirección correcta de este paraje incierto
…si es que aun tenga un nombre
para olvidarlo.